Características del consumo de antibióticos y de la resistencia bacteriana en la ciudad de Santa Fe. Estimación del gastos en antibióticos en un servicio de salud
Abstract
Uno de los problemas más importantes que afecta la salud pública de la mayoría de los países del mundo, es la creciente resistencia bacteriana. El incremento en la utilización de los antibióticos, su mal uso y otros factores relacionados han dado lugar, en las últimas décadas, a la emergencia de cepas resistentes. La consecuencia más crítica de la resistencia bacteriana es el compromiso del éxito del tratamiento de las enfermedades infecciosas. Otro hecho preocupante es el costo que conlleva, para la sociedad y el individuo. El propósito de este trabajo fue ampliar el conocimiento acerca de la resistencia bacteriana, el consumo de antibióticos en la ciudad de Santa Fe y el gasto derivado de la resistencia, a fin de contribuir al uso racional y eficiente de estos medicamentos. El consumo de antibióticos en pacientes ambulatorios, expresado en Dosis Diaria Definida (DDD) cada 1000 habitantes/día, se determinó utilizando los datos de ventas a las farmacias comunitarias. La información referida a consumo de antibióticos en pacientes hospitalizados expresada como DDD/100 camas-día, los datos acerca de la resistencia y el gasto en antibióticos, se obtuvo a partir de los registros de las instituciones sanitarias más relevantes de la ciudad. La información procesada permitió establecer comparaciones entre los valores obtenidos y datos regionales, nacionales y de países limítrofes. Amoxicilina fue el antibiótico más consumido en la ciudad de Santa Fe por parte de los pacientes ambulatorios, alcanzando valores superiores a los reportados para Argentina. También, existió un consumo importante de macrólidos y quinolonas de última aparición en el mercado farmacéutico. En internación, el grupo de los beta lactámicos representado por penicilina G, ampicilina, cefalotina, cefotaxima, ceftazidima y ceftriaxona, fue el más prescripto, siguiéndole en orden de importancia los aminoglucósidos: gentamicina y amikacina. Se observaron, además, patrones de prescripción muy diferentes en las distintas instituciones sanitarias incluidas en este estudio.
Escherichia coli, microorganismo más frecuentemente aislado de los urocultivos, presentó en los pacientes no hospitalizados, niveles de resistencia elevados para ampicilina (58%), ampicilina-sulbactama (28%), cefalotina (24%) y trimetoprimasulfametoxazol (38%). El 100% de la cepas de Staphylococcus saprophyticus analizadas resultó resistente a penicilina. Las cepas de E. coli aisladas de las muestras de los pacientes hospitalizados presentaron mayores valores de resistencia, para todos los antibióticos, que las cepas
provenientes de los pacientes no hospitalizados. Situación similar ocurrió con Klebsiella pneumoniae y Proteus mirabilis. Imipenem fue el único antibiótico con menos del 10% de resistencia para todas las cepas de las enterobacterias y de Pseudomonas aeruginosa aisladas de las orinas de estos pacientes.
Se verificó una correlación significativa positiva entre el consumo de antibióticos y la resistencia bacteriana, hecho demostrado tanto para las bacterias más frecuentemente aisladas de los urocultivos como para las que presentaron una susceptibilidad menor. El gasto en antibióticos para tratar la sepsis neonatal (caso testigo) ocasionada por bacterias resistentes fue, en promedio, 22 veces mayor que el correspondiente a las bacterias sensibles.
Se concluye que existen en la ciudad de Santa Fe niveles preocupantes de resistencia bacteriana y consumo excesivo e inapropiado de antibióticos. En el caso testigo estudiado existió un gasto elevado en antibióticos derivado de la susceptibilidad disminuida de las bacterias.
Se destaca la necesidad de implementar medidas tendientes a racionalizar el uso de los antibióticos y establecer una vigilancia más estricta de la resistencia