Detección y manejo precoz de la insuficiencia renal crónica: análisis de modelos prestacionales, implementación sistemática y eficiencia económica
Resumen
entro del amplio panorama de la enfermedad renal, la pérdida progresiva de funcionalismo se denomina insuficiencia renal crónica (IRC), y se
establece cuando hay una disminución de la capacidad depurativa renal,
expresada por un filtrado glomerular estimado (FGe) < 60 ml/min/1,73
m2) sostenido por más de 3 meses. La entidad es reconocida como un
problema mundial de salud pública que afecta aproximadamente al 8%
de la población, tiene una condición basal de subdiagnóstico, conlleva
una importante morbilidad como factor de riesgo cardiovascular, y detectada a tiempo es tratable y potencialmente prevenible. Su presencia complica la evolución de acontecimientos vasculares. A medida que el FGe
se reduce, se agrava el pronóstico de los pacientes, con mayor tasa de
hospitalizaciones, complicaciones cardiovasculares y mortalidad: es más
probable que un paciente con IRC estadio 3 a 5 muera de enfermedades
cardiovasculares antes que progrese a requerimiento dialítico. Aún así,
el problema incrementa su complejidad e impacto cuando los pacientes
requieren de estas terapias sustitutivas renales, siendo allí su mortalidad
500 veces superior a la población con función renal normal (Go AS y cols,
2004; Curtis B y cols., 2001; Keith DS y cols., 2004; Martínez Castelao y
cols., 2009) y con crecimiento exponencial en los costos sanitarios. Existe evidencia tanto en relación a que las estrategias preventivas podrían
reducir la carga de la enfermedad (Schoolwerth AC y cols, 2006) como
que las mismas no están sistemáticamente implementadas. A su vez, la
patología afecta a grupos específicos de la población, de mayor vulnerabilidad (ancianos, bajos niveles socioeconómicos), cumpliendo los criterios necesarios para ser considerada como un problema de salud pública
(Schoolwerth AC y cols, 20067; El Nahas M, 2005).