Salud: la desesperanza aprendida
Resumen
Una extraña resignación se ha instalado entre
los ciudadanos respecto de la calidad de los servicios públicos, como la educación y la salud.
El fenómeno, no es nuevo y se agrava. Por un
lado, el ciudadano que puede se repliega cada
vez más en el ámbito privado y se desentiende
del público, que de todos modos financia con el
pago de impuestos. Por otro, los funcionarios
encargados de imponer, recaudar y administrar
esos impuestos parecen admitir tácitamente que
los sistemas que ellos mismos diseñan y administran no son del todo buenos, porque también
ellos eligen para sí y sus familias los servicios
privados. En el medio, los que no tienen opción
quedan rehenes de un Estado mediocre que los
atiende como si fuera un acto de caridad y no el
agente de cohesión y desarrollo que debería ser.
Las recorridas periodísticas suelen mostrar el
estado deplorable de instalaciones en centros de
salud pública en todo el país, donde el personal hace lo que puede. A su vez el crecimiento
sostenido de la matrícula privada en detrimento
de la escuela pública convive con las imágenes
de escuelas de los conurbanos de todo el país
carentes de protección y de infraestructura adecuadas donde, también, maestros y no docentes
hacen lo que pueden...